Politica y Gobierno Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantandose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, freneticos defensores de los desamparados. Es un ladron el que recibe en deposito una suma, para administrarla en beneficio de su dueno, y la administra contra los deseos de el o en beneficio propio. El voto es un deposito mas delicado que otro alguno, pues van con el vida, honor y porvenir, a mas del interes de los depositantes; y el que usa malamente y contra los votantes el puesto que les debe y en que administra cosa ajena, es un ladron. Despues de verlo surgir, temblar, dormir, comerciarse, equivocarse, violarse, venderse, corromperse; despues de ver acarnerados los votates, sitiadas las casillas, volcadas las urnas, falsificados los recuentos, hurtados los mas altos oficios, es preciso proclamar, porque es verdad, que el voto es una arma aterradora, incontrastable y solemne, que el voto es el instrumento mas eficaz y piadoso que han imaginado para su conduccion los hombres. Hay por suerte un equilibrio perpetuo tanto en la naturaleza de los pueblos como en la de los hombres. La fuerza de la pasion esta contrapesada por la fuerza del interes. Un apetito insaciable de gloria lleva a los hombres al sacrificio y a la muerte, pero un instinto innato los lleva al ahorro y a la vida. La nacion que descuida una de esas fuerzas, muere. De odio y de amor, y de mas odio que amor, estan hechos los pueblos; solo que el amor, como sol que es, todo lo abrasa y funde; y lo que por siglos enteros van la codicia y el privilegio acumulando, de una sacudida lo echa abajo, con su sequito natural de almas oprimidas, la indignacion de un alma piadosa. El merito y la viabilidad de un pueblo, se miden por el entusiasmo de la libertad en las horas en que por paga unica se recibe de ella la angustia y el martirio: el destierro, que es sangre y ceniza; la pena de la casa, que va donde van las olas; y la verguenza de la vida inutil, sin sosiego ni base para poner su parte de faena y cimiento en la humanidad. |
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